Tec&Com 2020 // Canasta básica TIC

Por José Alfredo Pulido Ponce, especialista en Comunicación Estratégica @japponce

En materia tecnológica el desafío es la inclusión. Reducir la brecha entre quienes pueden conectase, acceder a las TIC y los excluidos por limitaciones económicas, sociales y técnicas.

Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) han creado un nuevo espacio social virtual. En ese nuevo sitio -intangible, volátil, efímero, líquido- se crea y recrea una nueva sociedad, tecnológica y permanentemente conectada mediante el intercambio de información.  

Durante la pandemia, todos atestiguamos como, en México y el mundo, las tecnologías digitales han sido esenciales para el mejor funcionamiento de la economía y la sociedad. También comprobamos que las brechas de acceso no sólo condicionan, sino que limitan, el derecho de los excluidos a la salud, el trabajo y la educación, aumentando con ello la desigualdad social.

Para actuar eficazmente en ese nuevo espacio social, la escuela de hoy debe no sólo renovar sus infraestructuras tecnológicas, sino reestructurar sus sistemas tradicionales de producción y reproducción del saber y, sobre todo, modificar sus sistemas pedagógicos presenciales.

México, la SEP de la cuatrote, ha sido particularmente renuente a este propósito y más bien lo ha reducido o dejado la importante responsabilidad del desarrollo tecnológico educativo en manos autodidactas e inexpertas de la sociedad, principalmente, empresarios, maestros y padres de familia.

Mucho ha faltado, además de la habilitación de una plataforma o la transmisión de contenidos educativos por televisión, identificar la desigual disponibilidad, interacción y complementariedad entre tecnología y servicios existentes en casa.

Panorama

Aunque estudios reconocen que América Latina ha adoptado medidas para impulsar el uso de soluciones tecnológicas, el alcance es limitado por tres factores: brechas en el acceso, usos de esas tecnologías y la velocidad de conexión.

En México hay avances, aún insuficientes, principalmente en comunidades rurales, para sortear las profundas desigualdades heredadas del pasado.  

En 2001, uno de cada 10 hogares mexicanos contó con servicios de internet. Para mediados del año pasado, casi seis de cada 10 hogares reportó conectividad, de acuerdo con cifras del INEGI.

Las diferencias en la conectividad también son marcadas entre la zona urbana y la rural. Así, el 67 % de los hogares urbanos está conectado a Internet, en tanto que en las zonas rurales solo lo está el 23 %.

Se anuncia que a la fecha se ha conectado a casi 27 mil localidades con el programa Internet para todos, y se promete que para el 2021 habrá señal en todo el territorio nacional. Aunque la conectividad no es todo, es un avance insuficiente, dado que no se vislumbran programas paralelos para la integración y uso de la tecnología para el trabajo y la educación, en entornos urbanos y rurales.

Básicos TIC

La crisis económica y de educación sigue siendo grave. Frente a ello, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) propuso a los países de la región –México incluido- proveer a sus ciudadanos de una canasta básica de tecnologías de la información y las comunicaciones para garantizar y universalizar la conectividad digital y enfrentar los impactos provocados por la pandemia del coronavirus.

Esta canasta estaría integrada por un computador portátil, un teléfono inteligente, una tableta y un plan de conexión para los hogares no conectados.

México no cuenta con los recursos ni la voluntad de diseñar una política pública para abatir la pobreza digital. Vemos, por un lado, el lento avance y el olvido de los procesos de conectividad y la falta de inversión gubernamental para la inclusión digital, dotar de tecnología, herramientas y programas sociales TIC.

Transformación

Es indispensable que el Estado impulse la transformación del país, aprovechar las ventajas que ofrecen las tecnologías digitales y así contribuir a la solución de los principales problemas derivados de la emergencia sanitaria: Disminuir brecha digital con TIC más inclusivas; Incentivar el tele-trabajo y la tele-educación; y eliminar ineficiencias en los procesos productivos e incentivar el uso de TIC.   

Primero debemos garantizar la conectividad digital de las personas, principalmente de los más necesitados, dado que impacta su acceso a la información, educación y oportunidades laborales. No hacerlo vulnera sistemáticamente derechos adquiridos.

En el actual contexto, en que las actividades educativas y económicas dependen de las tecnologías de la información y comunicación para superar una crisis sanitaria, el acceso a dispositivos y servicios digitales se vuelve más que indispensable. De ahí que la inclusión y la equidad digital sean parte de una agenda todavía incumplida y por mucho difícil de alcanzar.

Imagen de portada: Quadratín.

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