Durazo: el fracaso y los temas pendientes (I parte)

Avelino Granados, periodista especializado en temas de seguridad.

La actual preocupación que prevalece en el ámbito de la política de seguridad pública en nuestro país, no es la salida de Alfonso Durazo Montaño de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), ni mucho menos si la estrategia de combate a la delincuencia del Gobierno Federal ha funcionado o no, pese a los desastrosos resultados que en ese ámbito dejará tras de sí el seguro candidato morenista por la gubernatura de Sonora.

Lo que preocupa a la cúpula del poder es quién sustituirá a Durazo al frente a esa secretaría que, dicho sea de paso, no tiene mucho que hacer en el campo de la seguridad pública. Y es que, a decir de lo que queda de esa dependencia, el nuevo titular deberá saber que, en el rubro de la seguridad y combate al crimen no tiene mucho margen de acción.

No obstante que la Guardia Nacional (GN) constituye en el papel el brazo fuerte de la SSPC que aún encabeza Durazo, la verdad es que poca o nula participación tiene el sonorense en la toma de decisiones de este cuerpo militar a cargo del general Luis Rodríguez Bucio, quien, obviamente, más que responder a su presunto mando que sería el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, rinde a su verdadero “escalón superior” que es el secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval González.

Hasta ahora, la GN está integrada por 90 mil efectivos, de los cuales, 51 mil 101 son elementos de la Secretaría de Defensa Nacional; sólo10 mil 149 son efectivos de la Marina y los 26 mil 376 restantes son los ex policías federales. (Animal Político, 16/10/2020)

Y es que, por más que la voz oficial repita que se trata de un cuerpo civil, la verdad es que en la GN el único civil es Durazo Montaño, junto con la minoría de ex policías federales. Es, a todas luces, un cuerpo militar ahora encargado de la seguridad pública, haciendo labores de policía.

A más de año y medio de su creación, este organismo por demás militar creado a la sombra del Presidente López Obrador, ya demostró que poco sabe del trabajo policial. De ahí los desastrosos resultados en el combate a la delincuencia y el crimen organizado.

El propio Durazo Montaño informó en su reporte mensual de septiembre que el homicidio doloso y el feminicidio son dos de los delitos de alto impacto que se han incrementado en número absolutos de enero a agosto de este año en comparación con el mismo periodo de 2019.

Los datos oficiales refieren que las cifras acumuladas del primer delito en estos ocho meses pasaron de 23,129 a 23,471, lo que representa un alza del 1.5%. En cuanto a los feminicidios registrados en el mismo periodo, estos pasaron de 631 a 645, un incremento anual de 2.2%.

Además, expertos en seguridad estiman que el mes de septiembre podría imponer un nuevo récord de violencia, ya que aunque el conteo diario del gobierno federal cerró con una cifra de dos mil 386 en ese mes, un promedio de 30 diariamente, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) podría consignar hasta 3 mil, imponiendo así un nuevo récord de violencia, pues sería la primera vez que en cuatro meses consecutivos se registran más de tres mil asesinatos. Cada vez hay más muertos atribuibles al crimen organizado.

Y ni qué decir de las matanzas. Aunque el Presidente asegure con sorna que en nuestro país “ya no hay masacres”, no opinan igual los habitantes de Guanajuato, Chihuahua, Michoacán, Guerreo o el Estado de México, entidades que más sufren el embate de la delincuencia organizada con matanzas y ejecuciones.

Esta es parte de la herencia que Durazo Montaño dejará a su sucesor, producto de casi dos años de gestión sustentada principalmente en el discurso condescendiente ante ya saben quién, más que en acciones policiales contra la delincuencia. Y todo,  al aceptar la responsabilidad de un encargo que, no obstante falto de experiencia, sabía de las condiciones que le serían impuestas, tales como la inoperancia y la subordinación ante la fuerza militar.

Durazo deja tras de sí una autoridad rebasada por la delincuencia, producto también de una supuesta “estrategia” para “pacificar” al país sustentada en “abrazos sin balazos”, en discursos con promesas y buenos deseos, en una inoperancia de la autoridad sin “uso de la violencia”, atendiendo sin contradecir la sugerencia del Jefe del Ejecutivo.

Y del lado de la GN y los militares, quedaron los operativos mal planeados, un accionar solamente con patrullajes y presencia disuasiva sin trabajos de inteligencia e investigación. Y, ante el llamado de su Comandante Supremo de no utilizar su armamento y respetar los derechos humanos, la aceptación de ser humillados y desalojados de algunos lugares por parte de integrantes de “la base social” de la delincuencia organizada.

Y todo porque, al parecer, el Presidente y Durazo confunden los procedimientos y atribuciones. No se trata de utilizar la violencia ante el crimen organizado. Es, simplemente combatir a la delincuencia con el uso legítimo de la fuerza de la que la autoridad tiene atribuciones. Es, simple y llanamente, aplicar la ley.

Ojalá y el sustituto de Durazo tenga claro eso y exija mayor margen de operación,  lo que significaría contradecir al Presidente, algo que, en honor a la verdad,  suena más que imposible. En tanto, ya se barajan los posibles ganadores de la rifa del tigre.

Por un lado está el actual secretario de Protección Ciudadana de la Ciudad México, Omar Hamid García Harfuch, quien, para seguir con la línea de un mando civil, sería el indicado. Además, cuenta con amplia experiencia en el ámbito policial, demostrada con su buen desempeño en el combate a la delincuencia en la Ciudad de México, sumada a los positivos resultados al frente de sus pasadas responsabilidades, tanto en la Agencia de Investigación Criminal de la entonces PGR, como en la Policía Federal. Esto último pareciera ser su más fuerte impedimento, ya que debido la repulsa que el Presidente tiene ante esa corporación,  no es bien visto por éste.

Otro mencionado es Ricardo Mejía Berdeja, subsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana, inexperto en el tema, pero quien se ha placeado ante el López Obrador atendiendo el asunto del agua en Chihuahua, como si fuera el encargado de la Conagua.

Por último y, ciertamente, el favorito por lo mencionado del papel que lo militares juegan -y por lo visto jugarán con mayor intensidad más adelante- en el ámbito de la seguridad pública, está el retirado general brigadier Sergio Alberto Martínez Castuera, actual jefe de los penales federales. Para los supuestos planes de darle mayor juego a la milicia en ese terreno, es más aceptado por parte de Presidente.

Por lo pronto, el futuro de Durazo Montaño ya está escrito tras el espaldarazo que el propio López Obrador le dio en Bavispe, Sonora, como destape para candidatearse por la gubernatura de su estado natal.

Y en esa otra realidad en la que vive el Presidente, lo presentó como un profesional y una gente honesta. Dijo: “Alfonso me ha ayudado mucho, es un servidor público de primer orden, un profesional, una gente honesta, un auténtico servidor de la nación. Le agradezco mucho a Alfonso su apoyo, porque él es el que coordina al gabinete de seguridad. …quien coordina a todas las secretarías es Alfonso Durazo”, Así o más claro.

Continuará…

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