Los Órganos Constitucionales Autónomos Parte 1
Por Víctor A. González Sánchez // especialista en Derecho Constitucional, Telecomunicaciones.
“Una Sociedad en la que no esté establecida la garantía de los Derechos, ni determinada la separación de Poderes, carece de Constitución.”
Artículo 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
En la génesis del constitucionalismo y las revoluciones que le dieron origen, la teoría preponderante fue la de separar el poder para así evitar los abusos del mismo, constriñiendolo a estar dividido en tres grandes facultades: Ejecutiva, Legislativa y Judicial.
Sin embargo, el ejercicio de la administración pública dista mucho hoy en día de parecerse a lo que era en el siglo XVIII. El desarrollo demográfico y de la sociedad en sí, se volvieron más complejos, provocando con ello que la administración pública se fuera haciendo más intrincada en su ejercicio.
En ese sentido, el principio de División de Poderes también fue evolucionando, si bien en un inicio se entendía como una “sagrada trinidad”, posteriormente en Europa primero, y luego en América Latina, fueron apareciendo órganos constitucionales adicionales a los tres originales.
En el caso de México, para que estos órganos sean considerados como constitucionales autónomos, es fundamental que cumplan con determinadas características, que han sido determinadas por nuestra Superma Corte a través de la tesis de jurisprudencia P./J. 20/2007 y que se centran en: Estar establecidos directamente en la Constitución; mantener con los otros órganos del Estado relaciones de coordinación; contar con autonomía e independencia funcional y financiera, y atender funciones primarias u originarias del Estado.
La mayoría de estos órganos constitucionales nacieron en virtud del hiperpresidencialismo que caracterizó a la larga etapa del priismo, en el cual desde el Ejecutivo se concentró todo el poder, en lo que Vargas Llosa denominó como “la dictadura perfecta”.
En el caso mexicano el primer órgano constitucional autónomo en aparecer fue el Banco de México en 1993, simandose posteriormente el INAI, CONEVAL, INEGI, INE, BANXICO, IFT, COFECE, CNDH y la Fiscalía General de la República. Hasta sumar nueve en total al día de hoy.
Estos órganos no son resultado de ocurrencias de la clase política, sino resultado de las crisis y situaciones complejas y concretas que ha vivido el país a lo largo de los años, por ejemplo, la crisis monetaria que vivió el país y el control artificial del valor del peso o las luchas democráticas por tener elecciones apartadas del control del partido dominante, etcétera.
Los órganos constitucionales autónomos en México han sido una forma de restarle poder al hiper presidencialismo, dotando al sistema de pesos y contrapesos que a pesar de estar en un sistema constitucional con división de poderes no evitaba la concentración de poder en un solo hombre.
Empero, hoy hay vientos helados que tratan de revivir al presidencialismo todopoderoso, cuando el jefe del Ejecutivo actual, acostumbrado a la fórmula presidencial existente desde que comenzó su carrera política en los años 70s -en la que la palabra del presidente era ley- no se siente cómodo con instancias que puedan tomar decisiones fuera de su influencia.
Es por ello que desde el inicio del sexenio hemos visto diversos intentos de golpes a cada uno de los autónomos, en ocasiones por las funciones que realizan, en otras so pretexto de la austeridad, pero cada determinado tiempo un ataque o amenaza cualquier autoridad que esté fuera de su esfera de poder, o incluso con nombramientos -avalados por la mayoría morenista y sus satélites en el Congreso- a modo.
Los golpeados favoritos han sido BANXICO, el INE e INAI, así como de los derivados de las reformas estructurales del denominado Pacto por México.
Pero cuáles son las funciones de estos organismos y por qué la animadversión del presidente.
El Banco de México es un órgano creado en 1925 bajo la presidencia de Plutarco Elías Calles y bajo la dirección de Manuel Gómez Morín, obteniendo su autonomía hasta 1994 durante la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, con el objetivo de proteger la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda; es decir, combatir la inflación.
Este Constitucional Autónomo ha sido objeto de ataques por parte de la llamada cuarta transformación bajo el argumento ya muy manoseado de la llamada austeridad republicana; sin embargo, el último intento fue golpear su autonomía mediante una reforma a la Ley del Banco de México, y que está en un impasse en el Congreso, y con la que se pretende obligar al banco central a adquirir las divisas que bancos comerciales no pueden repatriarlas a sus países de origen, lo cual, de aprobarse, lo podría hacer responsable de acusaciones de supuestas prácticas de lavado de dinero. Voces dentro y fuera del gobierno, incluyendo la de Gerardo Esquivel, sub gobernador propuesto por el presidente para dicho cargo, han parado, hasta ahora, la controvertida reforma, por los efectos desastrosos que traería.
El segundo organismo en conseguir su autonomía fue el Instituto Federal Electoral en 1996 durante la presidencia de Ernesto Zedillo, un órgano derivado de una lucha democrática por separar el control de las elecciones del poder central, lucha que en gran medida podemos atribuir entre otros a la izquierda mexicana.
Resulta irónico que el presidente Andrés Manuel López Obrador ataque, la mayoría de las veces sin fundamento, al ahora INE, acusándolo de ser parte de la “mafia del poder”, de prestarse a fraudes o que actúa de forma contraria a sus deseos, cuando la creación de un organismo electoral autónomo fue una lucha intensa de los opositores al presidencialismo todopoderoso.
Ya el mismo presidente lo ha subrayado varias veces, amenazando con que se convertirá “en el guardián de las elecciones” a realizarse en junio de este año, cuando se renovará la Cámara de Diputados, 15 gubernaturas, varios congresos locales y cientos de presidencias municipales.
Y son varios los aplaudidores del presidente, que lo apoyan y se rasgan las vestiduras por él, tal es el caso del controvertido doctor John Ackerman, quien cada que puede ataca a la autoridad electoral, sobre todo cuando no ha podido encontrar espacios dentro del organismo, aunque su padre, el doctor Bruce Ackerman, plasmó en su ensayo La Nueva División de Poderes a manera de reflexión sobre el sistema constitucional norteamericano que una mejor comprensión de la división de poderes asumiría que agencias como la Comisión Federal Electoral merecen reconocimiento especial por ser una parte distintiva del sistema de pesos y contrapesos.
Libro que por cierto fue prologado por Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública, esposa de John Ackerman, y por supuesto, nuera del doctor Bruce Ackerman.
Por lo pronto es importante reflexionar si es aceptable el ataque a estos dos primeros Órganos Constitucionales Autónomos respecto a los cuales comenzamos la reflexión y si realmente son un contrapeso al hoy Tlatoani de Palacio Nacional.
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