El fracaso de la Guardia Nacional (II y última)

Avelino Granados, periodista especializado en temas de seguridad.

De seguir con la misma línea de inacción en materia de seguridad -y tal parece que así será-, el panorama de violencia que actualmente vivimos no tendrá cambio alguno y las acciones criminales seguirán en aumento. Por tanto, el país en general tampoco saldrá del atolladero en el que se encuentra, porque ya lo dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador: ”…si no hay seguridad, no se avanza”.

Por otra parte, la idea presidencial de incorporar la Guardia Nacional (GN) a las filas de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) tampoco asegura que la crítica situación cambiará de facto; el baño de sangre en el que se encuentra inmerso nuestro país de seguro continuará. En suma, que la GN dependa directamente de la Sedena no traerá cambio sustancial alguno, salvo cierto orden administrativo en las filas de ese inconsistente cuerpo por demás militar, integrado actualmente por 100 mil elementos, según el propio Presidente.

De concretarse la reforma constitucional propuesta en ese sentido, tal vez el único acierto sería que de una vez por todas quedará claro que la GN es un cuerpo castrense y se dejará de intentar convencer a la sociedad de que se trataba de un cuerpo civil con el fallido argumento de que su mando así lo era.

La realidad es que sin una estrategia de acción por parte del Gobierno Federal  y, por el contrario, de continuar solapando las acciones de los grupos delictivos con la inoperancia de las fuerzas federales a base de “abrazos y no balazos”, los cárteles criminales seguirán haciéndose de mayor control hasta superar en breve el 30 o 35% del territorio mexicano que hasta ahora dominan, como lo reconoció recientemente el general Glen VanHerk, jefe del Comando Norte de Estados Unidos.

El desastre de la política de seguridad implementada por la actual administración está más que evidente con los miles de homicidios dolosos en el país, con la impunidad con la que actúan los grupos criminales, los cuales en muchos lugares impusieron a sus candidatos a fuerza de asesinatos y amenazas en unas sangrientas elecciones pasadas. Ahora, ese fracaso es aceptado indirectamente por el propio Presidente con su propuesta de nuevamente hacer cambios en la Constitución para que de una vez la GN pase a formar parte de la Sedena, ante la renuencia de reconocer que su idea de “pacificar” el país no dio resultados con la sola creación, hace dos años,  de ese cuerpo militar y la desaparición de la otrora Policía Federal.

Además, no hay claridad de porqué el Presidente le dio la voltereta a su propuesta inicial de que al frente de esa corporación estuviera un mando civil. Como siempre, sus argumentos sustentados más en ocurrencias que en verdaderos planes estratégicos, rayan en la simpleza al decir que tomó la decisión de que ahora la Guardia Nacional dependa directamente de la Sedena, es porque no quiere que suceda lo que pasó con la Policía Federal, que se integró y se echó a perder. Así de simple es su argumentación; sin bases, sin pruebas, sin sustento.

Pero no se diga en el ámbito discursivo. Allí la realidad es otra. Ya sea en vos del propio Presidente o de la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Rosa Icela Rodríguez, entre otros funcionarios encargados de la seguridad, incluido el gobernador electo de Sonora, Alfonso Durazo Montaño, quien estuvo a cargo de la seguridad pública del país, los discursos retóricos, los galimatías y las contradicciones son al parecer la “estrategia” que mejor les funciona.

Aunque la verdad, no será fácil que la propuesta presidencial de incorporar la GN a la Sedena logre la mayoría absoluta en el Congreso. De ser así y en el supuesto de que la fuerza opositora impusiera su pequeño músculo, el López Obrador de todas formas buscará salir avante políticamente. Si su propuesta es rechazada, tal vez ya no culpará del todo al pasado y al gobierno del Felipe Calderón por la violencia que actualmente se vive en México; de seguro argumentará ahora que la culpa es de la oposición. Dirá a sus seguidores: la oposición conservadora impidió que avanzara nuestra propuesta de “pacificación”.

Es decir, la oposición le habrá dado al Presidente López Obrador otro pretexto para justificar el fracaso de su política de seguridad pública nacional. Y así también los cárteles criminales continuarán operando en diferentes zonas del país con la impunidad que les caracteriza hasta fecha, sin importar la desesperación de los ciudadanos.

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