ESPIONAJE E INTELIGENCIA CRIMINAL (Parte I)

Grupos criminales mejor armados que cualquier policía en Michoacán

Avelino Granados, periodista especializado en temas de seguridad.

La difusión de información que a últimas fechas se ha hecho sobre el llamado caso “Pegasus”, ha llevado a denostar ante la opinión pública la actividad del espionaje y las intervenciones de comunicaciones privadas, sin abundar o aclarar que éste ejercicio constituye una actividad por demás indispensable dentro de la investigación criminal, la cual a su vez representa una de las principales etapas del llamado ciclo de inteligencia. Y es que el espionaje forma parte de las acciones que desarrollan las corporaciones encargadas de la seguridad en el mundo, incluidas las de nuestro país.

Por ello, entre más especializada y profesional sea la corporación, mucho más sofisticada es esa actividad (el espionaje). Es decir, independientemente del profesionalismo y la capacitación de los elementos que la desarrollen, la tecnología aplicada en la inteligencia criminal representa un factor determinante para la obtención de buenos resultados en el combate a la delincuencia.

Pero es necesario definir claramente lo que en este derrotero significa la inteligencia criminal, concepto muchas veces confundido y hasta estigmatizado.  Cabe aclarar que inteligencia no es sinónimo de espionaje, sino que éste último forma parte de ésta, además de que esta actividad no significa ausencia de acción o de confrontación. Los efectivos trabajos de inteligencia criminal conllevan a poseer  información sustancial que conduce a una acertada toma de decisiones, sea ésta la que fuere, con la finalidad de obtener resultados positivos.

En ese contexto, el discurso del Presidente Andrés Manuel López Obrador, por demás retórico, reproducido reiteradamente por sus funcionarios del Gabinete de Seguridad, principalmente por la titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Rosa Icela Rodríguez, enfatiza en que en este gobierno ya no se reprime, ya no se ataca la violencia con la violencia, en alusión a su “estrategia” para “pacificar” el país. Ahora, dice, se aplica la inteligencia.

Pero enfrentar a las bandas criminales no constituye represión; es, simple y llanamente como lo marca la ley, emplear el uso legítimo de la fuerza ante quien delinque. Y hacer inteligencia como dice el Primer Mandatario, no significa la inacción o pasividad de las fuerzas del orden ante el embate de la delincuencia; no es dejarlos operar libremente sin molestarlos para que no se desate la violencia, o esperar muchos años a que los apoyos sociales empiecen a dar frutos. Hacer inteligencia criminal implica muchas cosas.

En principio, de manera general, podría entenderse a la inteligencia criminal como cualquier tipo de información con valor adicional que puede ser utilizado por los agentes del orden para combatir la delincuencia. (ONUDD, 2010) Aunque hay múltiples definiciones, lo cierto es que todas las versiones coinciden en que la parte fundamental de ésta es la información obtenida mediante la investigación.

Algunos dicen que inteligencia es la “información preparada para la acción”, en tanto que otros sostienen que es “información evaluada”; que la información se transforma en inteligencia a través de un proceso analítico; o que se trata de información importante o sustancial para una indagación o posible indagación. (ONUDD, 2010) La otra parte esencial es que dentro de los trabajos de inteligencia criminal, el espionaje y las intervenciones de comunicaciones privadas constituyen parte importante de la investigación.

Todo ello inmerso en un ciclo de trabajo que inicia con la recolección de la información, seguido de la evaluación de ésta, para posteriormente clasificarla, analizarla y finalmente “difundirla”. Éste último procedimiento también se presta a confusión. El término “se difunde”, no es que el material obtenido se saque a la luz pública ni mucho menos; es un concepto que refiere a que el resultado de la investigación se distribuye entre las personas que requieren de conocer los resultados para la toma de decisiones sobre el caso. Si la información y el trabajo de inteligencia representan a algún tema delicado, es preferible no compartir los resultados con muchas personas. Es más efectivo mantener la confidencialidad con menos sujetos enterados, aunque lo ideal es que sólo lo conozca la persona que tomará la decisión.

Con este tipo de trabajos se evitará realizar operativos a ojos cerrados, a accionar con ocurrencias o con improvisaciones bajo simples sospechas; por el contrario, se dará pie a efectivos planes estratégicos de operación ante objetivos concretos. La  decisión que se tome será porque “se tiene los pelos de la burra en la mano”, como se dice coloquialmente. Sin embargo, una decisión sustentada en trabajos de inteligencia no está alejada de aprobar misiones para enfrentar al enemigo aplicando incluso el uso legítimo de la fuerza, pero se tendrá la certeza de que sería la decisión más viable que garantizaría el mejor resultado.

Y precisamente trabajos de inteligencia es lo que más demanda (y al parecer es de lo que más adolece) la “estrategia” de la autollamada “pacificación” del país que ha emprendido el actual gobierno. En lugar de insistir en rechazar la confrontación directa entre la fuerza del Estado con las bandas criminales, en los “abrazos y no balazos” y en la pasividad de las corporaciones federales de seguridad, se debiera optar entonces por verdaderos labores de inteligencia criminal.

Y para garantizar efectivos resultados en el combate a la delincuencia organizada privilegiando esta actividad, además de investigadores debidamente capacitados, se requiere de tecnología avanzada. Y no se puede negar que el Gobierno Federal ya cuenta con ella, en referencia precisamente al programa Pegasus, el tan denostado software diseñado por una compañía israelí para recabar información de teléfonos móviles y que se vende únicamente a gobiernos con el propósito central de vigilar a organizaciones criminales y terroristas.

Independientemente del escándalo derivado de las supuestas corruptelas en la compra de este programa durante el gobierno de Enrique Peña Nieto y del presunto mal uso que de éste se dio al utilizarlo para hacer espionaje político, la realidad es que Pegasus sigue activo actualmente. Hay versiones de que autoridades de la Fiscalía General de la República (FGR) a cargo del doctor Alejandro Gertz Manero, no lo han desmantelado debido a que de hacerlo se perdería mucha información que serviría como evidencia para comprobar el mal uso que de este software se hizo en la pasada administración.

Sin embargo, no se puede negar la efectividad de este poderoso programa como herramienta para la investigación criminal y, ante el cada vez mayor número de “adversarios” que dice tener el Presidente López Obrador, por qué no, también para el espionaje político. Por otra parte, hay que considerar que mucha de la información que se recolecta para convertirla en inteligencia proviene de trabajos de investigación que incluyen acciones de espionaje, de intervenciones de comunicaciones, de vigilancias y de seguimientos.

Además, las dependencias especializadas en realizar este tipo de trabajos aún permanecen firmes en la presente administración y cuentan con las atribuciones legales para llevarlas a cabo. Tal es el caso del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) (ex Cisen), a cargo del general de División DEM (Ret.) Audomaro Martínez Zapata, dependiente de la SSPC; la FGR y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), encabezada por el General Luis Cresencio Sandoval González, a través del Sistema de Inteligencia Militar (SIM) de su Sección Segunda.

En suma, mucho se ha dicho sobre el espionaje: que si se realiza actualmente, que los gobiernos anteriores abusaron de él, que es malo para la democracia, etc. Sin embargo, esta práctica es muy común y hasta necesaria en cualquier gobierno democrático y no se diga en los regímenes autoritarios, dictatoriales o autocráticos; en éstos últimos, el espionaje es, por así decirlo, el pan de todos los días. Por tanto, la pregunta es: ¿en verdad se dejó de practicar esta actividad con el arribo del gobierno de López Obrador como él mismo lo ha asegurado?

Foto: Quadratín.

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