Viviendo la realidad virtual

Cuánta ira produce la mentira, // cuánto daño genera el engaño, // qué decepción causa la traición… // La mata sigue dando.

Por Gerardo René Herrera Huizar, analista político y consultor especializado en seguridad nacional.

Ya sea con descalificaciones, justificación o menosprecio la nota está ahí, a la orden del día, de manera recurrente e inobjetable. El escándalo se reproduce de manera cotidiana y se difunde vertiginosamente gracias a las, según se les interprete, benditas o malvadas redes sociales.

No es cosa de malquerencia ni de vagas percepciones, el hecho lo es por su propia naturaleza, sin juicios de valor ni interpretaciones, lo evidente queda expuesto tal como es a la vista del observador que obtendrá sus propias conclusiones, eso sí, según sus preferencias, prejuicios, orientaciones y conveniencia.

Trátese de costosas toallas, lujosos aviones, blancas mansiones, cohechos millonarios, descuentos ilegales, excesos lúdicos, rentas de infantes o violencia generalizada, el estatus y el fin parecen justificar los medios y el tratamiento que cada caso merezca. La piedra según el volumen, el color o la forma del batracio.

La justicia antes ciega, parece ir recobrando la vista, aún miope o daltónica y el piso de la ley, que se supondría parejo, exhibe valles y crestas. Causa de la ciencia o de la orografía política.

Lo blanco puede percibirse negro, gris o rosa. Lo sinuoso puede apreciarse recto, lo rugoso terso o lo inmoral virtuoso, pero la interpretación y el discurso, por más esfuerzo, no modifican la realidad ni, del hecho, su real naturaleza, aún en el ciberespacio.

Desterrar los vicios del pasado es contenido constante en el discurso electoral de cada periodo de campaña, es promesa ineludible, a la que, por norma o fatalidad, nunca faltan ni evidencia ni argumentos a los que recurrir cuando el suspirante acepta, con resignación, devoción y entrega, su manifiesto destino de guiar, abnegadamente, el derrotero de la nación para la salvación del pueblo de las garras de los impíos.

No faltarán a tan loables propósitos, por desgracia recurrente, según muestra la experiencia, antagonismos profundos, calamidades y circunstancias fortuitas que se opongan a su patriótica misión reformadora. Los enemigos del pueblo, los aspiracionistas y ambiciosos, los hambreadores, que disfrutan de excesos y privilegios tratarán por todos los medios de descarrilar su noble empeño y conducirle al fracaso.

Más por fortuna, tan épico paladín no marchará solo en su cruzada. A su lado, hombro con hombro, solidarias y leales, marcharán sus legiones, que sumarán a su contingente la capacidad abrumadora que la tecnología ha puesto a su disposición, para ser cada día más fuertes y dispuestas a defender a ultranza a su impoluto líder, a sus ideas preclaras y a su pasión salvadora con el empleo intensivo del ordenador.

Si en su fondo no se ha transformado sustancialmente la manera de hacer política a la mexicana, basada esencialmente en la promesa previa y en la justificación póstuma, su forma se ha transmutado para ubicarse – ya lo advertía Sartori- en un espacio cada vez más virtual que impacta y modifica no sólo nuestras percepciones, sino nuestros valores, actitudes, sentimientos y expectativas.

La realidad se vuelve cada día más nebulosa, difusa e incierta. Los bots condicionan la observación y la interpretación de las cosas en su justa esencia y su penetración masiva, permanente y embaucadora se ofrece amenazante a la propia naturaleza de las personas y las colectividades, facilitando la manipulación y el engaño.

Lo bueno puede tornarse malo, lo abyecto noble, lo perverso necesario, lo ilegal justo y lo oscuro transparente.

Pero el hecho queda ahí, sólo hace falta ver con claridad, desprenderse del prejuicio y la candidez, observar con sencillez y objetividad, retornar al escéptico origen que fomentan las experiencias ya vividas para evitar el engaño, la mentira y la traición.

Imagen de portada tomada de Internet.

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