La presidencia mediática

Fox2.jpg        Los responsables de las oficinas especializadas en la imagen pública del gobierno federal, tuvieron un solo objetivo en el sexenio: blindar la figura del presidente Vicente Fox. Pero no pudieron hacerle el milagro.
Aunque el presupuesto destinado a cubrir espacios de televisión y radio no tuvieron precedente, los resultados fueron magros, tanto que el guanajuatense pasará a la historia por haber desperdiciado -hasta el último minuto- el bono democrático que le dieron los mexicanos en los comicios del 2 de julio de 2000.
Pero sobre todo, reconocido por él mismo, tendrá su nicho por la gran capacidad para decir tonterías.
Las oficinas de comunicación social quedaron supeditadas a la rígida línea que estableció la vocería de Los Pinos. En un afán por contrarrestar las críticas a las ocurrencias permanentes del number one, en Los Pinos se echó mano de las prácticas más criticadas para lo que se esperaba de la apertura democrática.
Los comunicadores trabajaban exclusivamente para que la vocería de Los Pinos fuera la única voz, el único canal. Los resultados están a la vista. De acuerdo con el seguimiento de la empresa Consulta Mitofsky, Vicente Fox inició el sexenio con una calificación de siete y lo concluye con 6.9. O quizá hasta con menos.
Pero las cifras más importantes de la gestión foxista están en el resultado electoral del hoy presidente electo Felipe Calderón.
 

El otro poder
La vocería de Los Pinos fue un recurso concentrador del poder. De la vocería salió una primera dama y hasta una aspirante presidencial que no cuajó.
Como nunca, la figura presidencial tuvo a su servicio todo el poder del Estado.
Como en los procesos electorales federales, la televisión y la radio fueron los principales vehículos de promoción, pero de poco o nada le sirvieron.
Los comunicadores de las diferentes dependencias del gobierno federal alucinaron el manejo de la vocería.
Las conferencias mañaneras -émulos de las desmañanadas que inició Andrés Manuel López Obrador- permitieron en uno y otro caso que se fijaran posiciones pero también que se dijera lo impensable, incluso que se corrigiera al propio presidente de la República.
Al final del sexenio, el único mensaje que deja la vocería de Los Pinos es que hubo incomprensión a la gestión de un buen hombre que tuvo todo para convertirse en estadista y no lo logró.
El modelo de comunicación social del gobierno federal está agotado. Aunque su actual vocero no lo admita.
El riesgo de que Felipe Calderón continúe con un esquema similar, no le garantiza nada.
Porque dependerá de los resultados inmediatos del gobierno federal en su conjunto, más que las ocurrencias, que Calderón pueda reposicionarse en un segmento de la sociedad que lo que menos quiere son las frivolidades.
 

O-paco
Las expectativas del equipo de Francisco Ramírez Acuña son las de llegar a despachar a la Secretaría de Gobernación. Los méritos, haber acompañado a Felipe Calderón en su destape como precandidato presidencial y haber remado contracorriente de Fox, Creel, así como de Manuel Espino.
Entre los chamanes, ya comienza a conocerse a Francisco como «O-paco», pues no se le conoce ninguna virtud de negociador. Las preguntas que andan por ahí son si O-paco cubre el perfil para atender las oficinas de Bucareli o si fue llamado como colaborador para ayudarle a Felipe y no para meterle ruido. Porque contrastaría mucho con el espíritu negociador de Carlos Abascal.
Jesús Sánchez / Recuento Político ( EL FINANCIERO)

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