La nebulosa política nacional

Alito y AMLO. ¡Al carajo!

Por Gerardo René Herrera Huizar, analista político y consultor especialista en seguridad nacional

Una gran nebulosa enrarece el panorama nacional. La incertidumbre se apodera de los espacios económicos, políticos y sociales. La ruptura y el desencuentro parecen ser los factores dominantes en la dinámica mexicana.

Día con día se abren nuevos frentes que incentivan la complejidad, catalizada por intereses, aspiraciones y ambiciones personales y de grupo divergentes en los máximos niveles de decisión que apuntan a la polarización tanto dentro como entre los diversos partidos políticos.

Por una parte, se fractura la alianza opositora que pudiera hacer frente a la aplanadora morenista hacia las elecciones de los próximos dos años, estatales y federales, con la propuesta de Alito, por interpósita legisladora, para extender la permanencia de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad, que evidenciaba un tácito respaldo a las iniciativas presidenciales para el paso de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa.

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La interpretación inmediata que se dio a la postura del líder priista fue la de un salvavidas para evitar la intensa presión de que ha sido objeto y las acusaciones en su contra. Moneda de cambio para evitar un eventual desafuero y la consiguiente investigación judicial, con repercusiones también al interior de ese instituto político, que vulneran sensiblemente la unidad y, desde luego, su competitividad.

Por otra parte, también se anuncia la posible ruptura al interior del movimiento regenerador en el poder con los evidentes desencuentros entre sus más destacados representantes, que han sido puestos de manifiesto, aun con sutilezas, pero con posicionamientos explícitamente adversos sobre los temas relevantes.

Ya se habían pronosticado escenarios de tormenta desde que, prematuramente, se realizó el destape de la serie de posibles candidatos, las corcholatas favoritas del primer mandatario que, obviamente, generaría la competencia interna y el diseño de estrategias, donde todo se vale, para lograr el preciado trono coronado por el águila.

Nada está definido, no hay claridad en el futuro, lo único cierto es que todo es incierto. La disciplina, ha quedado demostrado, al interior de los partidos, es frágil en prácticamente todos y los intereses divergentes hacen a cada paso inviable la conformación de una fuerza opositora con la

potencia suficiente para enfrentar al movimiento en el poder.

Pero entonces, la pugna se dará, como antaño, en la estructura interna de éste que pretende su continuidad a ultranza y, puede anticiparse, que quienes no resulten ungidos como el candidato o candidata, buscarán sus propios espacios y el arropamiento de otras fuerzas políticas.

Las elecciones estatales del próximo año serán un buen laboratorio para lo que viene en 2024. Esperemos.

Fotos: Archivo de Quadratín.

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